miércoles, 5 de febrero de 2014

Menos política, más ciudadanía.


Durante los últimos años la sociedad que exige mejoras al sistema político y de representación actual, ha criticado –con justas razones– la transición de una evidente concentración de poder en una sola persona –que se vio cristalizada en un presidencialismo casi dictatorial– a un simulado equilibrio del poder personalizado por una autocracia colegiada y formalmente aceptada: la partidocracia. 

Los partidos políticos son los que controlan la supuesta democracia de representación en nuestro país, asemejándose a un monopolio que establece, suprime y dirige el “mercado político”, siendo que todo monopolio no resulta positivo ni equilibrado, también el ejercicio del poder público en nuestro país se encuentra en un estado de poca efectividad, nula soberanía popular y decadente clase política. En gran parte esta concentración de voluntades se debe a los antecedentes de innumerables agrupaciones políticas, a la declaración de ideologías concretas, pero también se debe a la falta de una cultura democrática en todos los sectores, que depare una mejora de la calidad de vida de los mexicanos y se establezca como pilar fundamental para consolidar un estado plural, transparente, pero sobretodo eficaz en sus fines.

Resulta indispensable puntualizar, que la mayor causa de este gigantesco “monopolio político” se visualiza en el propio ordenamiento jurídico, pues si bien en la constitución política de nuestro país no se dispone expresamente de los medios y/o mecanismos “exclusivos” para aspirar a cargos de elección popular, el artículo 218 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales menciona tácitamente lo siguiente: “Corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular”. Y es por este motivo que tal “exclusividad” ha originado que los aspirantes a cargos de elección popular federal solo puedan definirse mediante previa selección en cada uno de sus fracciones partidarias. 

Y es entonces cuando los partidos políticos haciendo uso de su derecho conferido por ley, interinamente regulan los procedimientos de elección para dirigentes y candidatos, lo que origina un alto grado de concentración del poder en la cúpula del partido y hace imposible la inclusión de los ciudadanos en dichos procesos de elección.

Otras nociones jurídicas que han privilegiado el acaparamiento del poder público en nuestro país, es la designación de candidatos a cargos de representación proporcional, que si bien resultan una herramienta indispensable para el equilibrio de las fuerzas políticas-partidarias y el reconocimiento de las minorías, han contribuido a fortalecer las voluntades cupulares de los partidos y el abuso de este recurso a consolidado la desconfianza –por demás acrecentada– de los ciudadanos con respecto al aparato gubernamental y sus instituciones.

Al pretender fracturar dicho acaparamiento del poder y hacerle frente el “monopolio político” que contrala el mercado, las candidaturas independientes, las que se gestan desde la cuna ciudadana y las que defienden verídicamente el interés del electorado, resultan ser, si bien no una panacea del sistema representativo, si un gran avance en materia de participación y consolidación de la democracia en nuestro país.

Sugieren ser las candidaturas independientes, la posibilidad de cualquier ciudadano para aspirar de manera directa a ocupar un cargo de elección popular, sin la necesidad de atravesar por los múltiples requisitos y procesos internos establecidos por las militancias partidarias para designar a sus candidatos. A través de esta figura electoral, los ciudadanos pueden ejercer el derecho a ser votado, puesto que en una democracia el ser humano tiene el derecho inherente, universal e inalienable de postularse a los cargos públicos.

En la actualidad existen algunos países del continente que reconocen las candidaturas independientes como Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, Estados Unidos, Paraguay, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Si bien en nuestro país, se reconoce la figura de las candidaturas independientes según la fracción II del artículo 35 constitucional que expone a pie: Son derechos del ciudadano […] El derecho de solicitar el registro de candidatos ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos así como a los ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los requisitos, condiciones y términos que determine la legislación” al igual que en la fracción I del artículo 56 de la Constitución Política del Estado de Durango vigente que establece; “Son derechos de los ciudadanos y ciudadanas duranguenses […]I. Solicitar su registro de candidatura de manera independiente ante la autoridad electoral, cumpliendo con los requisitos, condiciones y términos que determine la ley.”  Además se cuente con la aprobación por la que se adiciona el inciso o) de la fracción IV del artículo 116 constitucional que expone: “Las constituciones y leyes de los estados en materia electoral garantizaran que […] o) Se fijen las bases y requisitos para que en las elecciones los ciudadanos soliciten su registro como candidatos para poder ser votados en forma independiente a todos los cargos de elección popular, en los términos del artículo 35 de la Constitución”.  

Aún se establezca en la dirección correcta esta legislación, en la práctica no se disponen de los medios materiales y personales propagandísticos propios de un partido, ni cuentan con una relación básica de votantes. Por lo que la reforma política prevé tales inconvenientes a efecto de garantizar los derechos y prerrogativas de los candidatos independientes en lo que se refiere al financiamiento y a los tiempos en radio y televisión refiriéndonos al inciso e) de la fracción III, apartado A del artículo 41 constitucional que expone a pie: “El tiempo establecido como derecho de los partidos políticos y, en su caso, de los candidatos independientes, se distribuirá entre los mismos conforme a lo siguiente: el setenta por ciento será distribuido entre los partidos políticos de acuerdo a los resultados de la elección para diputados federales inmediata anterior y el treinta por ciento restante será dividido en partes iguales, de las cuales, hasta una de ellas podrá ser asignada a los candidatos independientes en su conjunto”  

La reforma político-electoral considera precisamente las candidaturas independientes como parte del engranaje de la maquinaria gubernamental y no como una institución aislada. Porque finalmente, la circunstancia de haber sido elegido partiendo de una candidatura independiente no es limitante para construir pactos con otros personajes y generar gobierno, además, la misma circunstancia de no depender de un partido político podrá facilitar las decisiones en sentidos determinados.

Con lo anterior, estimo la búsqueda para que los partidos políticos sean –como lo señala la constitución– organizaciones de ciudadanos y en ese sentido sean imprescindibles tanto los candidatos independientes como los partidos políticos para contender por cualquier cargo de elección popular. Solo así se podrá garantizar una democracia representativa –y “deliberativa” como sugiere la reforma– en la que las decisiones estatales le sean devueltas a la ciudadanía.
Ever Sánchez Rodríguez 

INEGI: Los retos por cumplir


Sostener la difícil responsabilidad de elaborar y publicar los índices de precios al consumidor, de fortalecer el marco geo-estadístico, además de elaborar y mantener actualizado la cantidad de viviendas en nuestro país responde a una tarea de planeación y ejecución muy extensa, en la que todos los participantes deben de sumar voluntades que produzcan cifras concretas, pero sobretodo reales. 

La tarea del Instituto Nacional de Estadística y Geografía desde su creación el 25 de enero de 1983 ha estado ligada precisamente a estos fines, y sus resultados –sobretodo cuantitativos– han sabido satisfacer la necesidad de información y estadística para las y los mexicanos interesados.

Hoy por hoy, la información que brinda el INEGI ha servido en la toma de decisiones políticas, jurídicas, empresariales, académicas y/o de investigación y ha generado un marco de referencia muy amplio para captar, procesar y difundir la información acerca del territorio, la población y la economía mexicana. 

De la misma forma, uno de los objetivos más profundos del INEGI es lograr que la información proporcionada a la sociedad y al Estado, tenga validez en el tiempo (pertinencia), proporcione una semejanza con la realidad (veracidad) y sobretodo cumpla con las exigencias coyunturales (oportunidad). Para tales efectos, sus atribuciones más directas según la normatividad son; producir información estadística y geográfica, prestar el servicio público de información, promover el conocimiento y uso de la información y conservar los datos que se ha proporcionado. 

Siendo uno de los principios rectores y de cumplimiento estricto la protección de datos personales y la conservación de la información, es menester mencionar la posibilidad de cualquier ciudadano interesado para acceder a la información de forma gratuita a través del Servicio Público de Información del INEGI, pues los datos se integran en distintos subsistemas o temáticas para su organización y que considero importante exponer; el subsistema nacional de información económica que proporciona estadísticas sobre ciencia y tecnología, información financiera, precios y el trabajo. El subsistema nacional demográfico y social que brinda información sobre la población y dinámica demográfica, salud, educación, empleo, vivienda, distribución del ingreso y pobreza. El subsistema nacional de información de gobierno, seguridad pública e impartición de justicia. En el ámbito geográfico proporciona datos sobre límites costeros, a nivel municipal, estatal e incluso internacional, datos de relieve continental, insular y submarino, datos catastrales, topográficos, de recursos naturales y clima, así como en el tema medioambiental sobre agua, suelo, flora, fauna, atmósfera, entre muchos otros indicadores de interés general que en función de su mutabilidad están constantemente actualizados. 

La información estadística y geográfica que ha producido –y seguirá produciendo– este importante organismo ha contribuido a establecer una planeación a corto, mediano y largo plazo, que procure el desarrollo en todas las esferas y además que permita a las autoridades y representantes evaluar los resultados bajo un apego estricto a la información que incentive la toma de decisiones.

La importancia de esta información está también ligada al fomento de investigaciones académicas realizadas en instituciones de educación superior y medio superior que puedan incursionar en el entendimiento de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales del país y su relación con otros factores. 

Los fines más últimos de esta organización responden a las necesidades inherentes de los seres humanos para abstraer información de cualquier tipo, y cuya exigencia va cambiando al pasar de los años. En la actualidad, la sociedad mexicana apremia de nuevos y adecuados conocimientos, lo que hace 10 años la población mexicana solicitaba, hoy probablemente no le sea requerido, debemos entender entonces la naturaleza del INEGI como una institución autónoma, en constante cambio y que responde al devenir histórico de la sociedad.

No sería legítimo comentar que el INEGI ha incumplido con las exigencias de los mexicanos en cada momento histórico, mi tarea consiste en reconocer la labor y el sentido siempre oportuno del organismo para conservar informada a la ciudadanía, y enaltecer los grandes momentos en los que la información brindada a facilitado la labor institucional y ha generado un marco de referencia para su posterior consulta de servidores públicos, estudiantes, investigadores, empresarios, etc. 

El futuro de este organismo es prominente y existen en su planeación interinstitucional proyectos para fortalecer las estadísticas medioambientales y los avances –o los retrocesos–en materia de equidad de género, igualmente, el organismo está considerando los mecanismos necesarios para hacer más exactas las estadísticas agropecuarias y sea posible establecer censos en cada uno de los campos agrícolas, a efecto de recopilar información pertinente y brindar un panorama sobre la situación de las actividades primarias en nuestro país.

El INEGI, ha considerado la oportunidad –como lo ha venido haciendo por más de 30 años– de contribuir al desarrollo del país mediante la captación, procesamiento y difusión de la información al buscar modernizar el catastro rural y urbana e incluir las zonas de alto riesgo para la prevención de desastres. 

Una tarea necesaria que se le avecina a este tan importante organismo es la implementación de acciones conjuntas con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) para establecer una sinergia con las estructuras, y fortalecer los lazos cooperativos que procuren un intercambio de información, mejoren la movilidad y mantengan actualizado los datos sobre temas como la pobreza, el índice de bienestar social, los niveles de marginación y la evaluación a los programas y políticas en materia de Desarrollo Social.
Porque lo que no se pueda medir, no se pueda mejorar y mientras contemos desafortunadamente con 53.3 millones de personas en pobreza,  7.4 millones de mexicanos en pobreza alimenticia, 19.2% de personas en rezago educativo, 6.9% de mexicanos sin saber leer ni escribir,  13% de personas con estudios de educación superior, cerca de 8 millones de ninis y 120 mil duranguenses en situación precaria, la exigencia para quien dirige las decisiones gubernamentales residirá en orientar las correctas políticas públicas, establecer los medios legales y emprender las acciones suficientes para mitigar tales indicadores –nada satisfactorios– y en la que después de tanta información, los que dispongan la frialdad de los números sea en lo más intrínseco, el bienestar de las familias.
Ever Sánchez Rodríguez