miércoles, 31 de octubre de 2012

so pena de ser ¿sancionado?..

Muchos han de recordar aquellos momentos de la infancia en que se asistía inexplicablemente puntual al jardín de niños, con una edad promedio de 4 años, empezaba el mundo académico para la mayoría aún con cierto grado de “libertad”. Pocas responsabilidades; mediáticamente dibujar, colorear, jugar, y porque no, estimular la creatividad. –Quiero pensar que la última-.

Aquella realidad era en todo sentido confortable, una vida placentera limitada por nuestras condiciones de pensabilidad, que necesariamente nos aislaban en nuestro mundo de diversión interminable. Pero todo en este mundo tridimensional es contingente, y esa etapa desafortunada o afortunadamente llego a su fin. Todos abonaron por continuar sus estudios –hay que enfatizar el rotundo éxito de nuestro sistema educativo, puesto que, de cada 100 niños que egresan de prescolar, 100 se incorporan a la escuela primaria- y así continuar su travesía por la vida académica.

Pero el tema que me ocupa no necesariamente es el de nuestro competitivo, ejemplar y eficiente sistema educativo,  -el cual, si fuera de mi competencia lo abordaría extensamente-.  Te preguntarás; ¿Cuál es entonces? Bueno, resulta que dentro de nuestro “codiciable” sistema educativo, –que reitero, no quiero hacer mucha alusión-. de cada 100 personas que egresan de primaria, solo 21 terminan su preparatoria, un  dato verdaderamente preocupante, y no lo digo preocupante por el hecho de que en pleno siglo XXI no existan las condiciones para que en un país “subdesarrollado” se garantice el derecho a la educación básica, –habrá de recordar que según lo dispuesto en nuestra grundnorm, el nivel medio superior es, ahora educación básica -. sino lo que conlleva que cerca del 80% de los mexicanos no terminen sus estudios.

Los ciudadanos de valor –que existen y muchos- se integrarán al mercado laboral (legal), pero los mexicanos corrompidos buscarán el auxilio pronto y factible, integrándose así a todo tipo de acto jurídicamente prohibido (ilegal), y cuando a estos tarde o muy tarde respondan ante la “justicia” mexicana, irán –si es que penalmente así se requiere- a uno de los 429 Centros de Readaptación Social (CERESO) distribuidos a lo largo y ancho de la República, dónde lamentablemente, habrán de perfeccionar sus técnicas y estudiar las aún no aprendidas.

Porque el problema más allá de las pocas políticas en la prevención del delito, reside en las condiciones con las que operan los penales en México; evidente ingobernabilidad, innegable hacinamiento o sobrepoblación, enorme insalubridad, nula vigilancia y violación constante a los derechos fundamentales de los reclusos.

Resultan ser en principio, un espacio de poca reglamentación y una administración que simplemente no existe, y cuando no hay administración, no se provee a los internos, de lo más indispensable para su subsistencia, los lugares en que cumplen su “pena” se vuelven lugares inhabitables, y esas condiciones absolutamente deplorables hacen que en todo momento se vean vulnerados sus derechos elementales como seres humanos. Es entonces, cuando estos supuestos centros  de “readaptación”, se convierten  en efectivos centros de “reinadaptación”.

Lo peor aún, sin administración, no hay control, se carece de vigilancia y de dirección, de ahí la ingobernabilidad. Los penales en México adoptan una persona física con facultades autónomas; no hay departamento, ni autoridad, ni siquiera estructura que lo rija, ahí es cuando sus reclusos con pena  -o, sin pena-, parecen encontrarse en un perfecto; jardín de niños, sin mayor responsabilidad que la de “vivir” en lo que sus condiciones de culpabilidad lo permiten.

México necesita un sistema penitenciario, –en la misma magnitud que los otros- eficaz y trasparente, pero para ello es imprescindible una estructura normativa, donde en principio se deje atrás el sujeto presuntamente “culpable” y se reconozca la figura del sujeto presuntamente “inocente”, porque ese presunto inocente habrá de ocupar una celda que no le corresponde, habrá de vivir en pena. Y en segundo término, reconocer la incapacidad financiera y de movilidad del Estado, para con el sistema penitenciario,  en ese sentido, será inevitable la intervención del capital privado que provea de mejoras sustantivas a su administración, que eficiente los recursos, pero sobretodo, cumpla con el objetivo de todo centro de readaptación: reeducar al individuo para su inserción en la vida social.

Ever Sánchez Rodríguez


martes, 23 de octubre de 2012

y su reino no tendrá fin...

Siguiendo con la ruta afín de mi instinto periodístico, y siendo producto de un hecho noticioso relevante para la vida sociopolítica de México, me he propuesto no un día cualesquiera- pero si a una hora atípica- crear mi primer articulo periodístico, con contenido meramente político. Aun así el primero.

Dejando el parafraseo costumbre en mi redacción, incursiono en el tema que a más de un mexicano le aqueja, por tanto -un principio- también a mí: La dictadura sindical de líderes vitalicios o “morales”.

Y empiezo con la mención. Hasta que punto, mejor dicho, en que mentalidad retorcida, manipulada, enajenada, ingenua e ignorante se puede afirmar que un periodo de más de 25 años de un representante puede ser aceptablemente “moral”, -bueno, solo en México y con la mentalidad retorcida, manipulada, enajenada, ingenua e ignorante de los millones de profesores reprobados según las pruebas estandarizadas para su evaluación.- Y surge la pregunta; a que se le puede llamar un “Líder moral”, entendiendo la Moral como el conjunto de pensamientos, reglas o principios de juicio meramente humano, heredados a través del devenir histórico y que proveen el ideario a las actividades mismas, me permito concluir que un pensamiento moral, es  nada menos que una costumbre y que está no necesariamente puede sustanciarse de contenido ético. Por lo tanto, un líder moral es un representante de las buenas o malas -sino es que muy malas- costumbres del hombre en sociedad.

Porque finalmente, el problema de la falta de Democracia y Trasparencia en los sindicatos no reside en los supuestos líderes que los preceden, -pareciendo mentalizar la naturaleza del sindicato como un sistema autoritario y centralista, convirtiéndose en una perfecta dictadura-.  El problema es sencillamente los cientos de intereses que respaldan, que no son del todo bienaventurados.

Representan precisamente la “moralidad” con que los trabajadores, protegidos con la bandera retórica -bastante pisoteada- para la defensa de sus derechos como clase, van instaurando una especie de grupo de resistencia que ante la mínima perturbación de sus intereses, se relevan ferozmente, maniobran con astucia, se apoderan y secuestran la vida pública. Tienen sí, secuestradas las decisiones del Estado y no solamente actúan de tal manera, sino que también, aspiran con miras políticas, a ser parte del mismo Estado.

Con lo anterior descripción, no me queda la menor duda, para los agremiados los líderes a su medida resultan, lamentablemente, estos “líderes morales”. Pero… ¿y los Líderes vitalicios? Aquí es donde finalmente reside el problema de estas organizaciones sociales. ¿Donde han quedado los principios de Transición del poder y la Democracia misma?. Bueno, por lo visto estos conceptos los desconocen. Hoy por hoy, los “representantes” del interés de la clase trabajadora ignoran los tiempos de sucesión.- nada más perdido que eso-  ó será que existe algo más allá del poder mismo, algo aún más allá del poder político-electoral que representa su padrón de agremiados (sindicalmente “protegidos”), representa este reino infinito, supremo y todopoderoso -casi como el de la Divinidad-, la oportunidad de representar los dos sindicatos más capitalizados de México y seguidamente de América Latina. Y hablo de capitalizados, porque por su amplitud reciben como sindicatos, los más altos ingresos hasta ahora contabilizados. Esto es, el poder que los mueve a encontrar el elixir de la inmortalidad; el Poder del dinero.

El destino sindical en nuestro país se deja a la suerte,- porque es más confiable que suponer una aprobación sino es que positiva, expedita, a la reforma laboral discutida en la cámara de senadores-. Sea cuál sea el resultado, para una verdadera representación de la clase trabajadora u obrera en México, es imprescindible tener dos no tan simples principios básicos: Trasparencia y Democracia.

Ever Sánchez Rodríguez