lunes, 7 de octubre de 2013

Normas modernas, para un estado moderno.

Pretender vivir en democracia obedece a la participación directa o indirecta de toda la población, desde las máximas autoridades de gobierno hasta el ciudadano más apartidista y desinteresado, obedece también, a que todos apostemos por un Durango en crecimiento y poco a poco logremos consolidar una mejor calidad de vida de la población actual así como de las generaciones futuras. 

Para facilitar estas acciones colectivas, el estado entendido como forma de organización dispone de una serie de herramientas fundamentales donde se asegure una sociedad democrática, prevalezca el estado de derecho y donde se retome el camino a un desarrollo equitativo de sus habitantes. Las leyes resultan ser las herramientas más efectivas en la persecución de tales fines y estas a su vez se ven cristalizadas en el documento más preciado y de mayor jerarquía; la constitución. 

De esa magnitud es la importancia de nuestra carta magna, así como de sus alcances y trascendencia futura, pero también de esa misma magnitud es obligatoria su constante modernización a la par de las necesidades actuales y de las nuevas formas de pensar y de actuar de la sociedad duranguense. Durango está en constante cambio y así deben estar nuestras leyes. 

Esta fue la motivación del Sr. Gobernador Jorge Herrera Caldera, así como del presidente del Tribunal Superior de Justicia del Poder Judicial del Estado: Apolonio Betancourt Ruiz y del presidente de la Comisión Permanente del Congreso del Estado: Adrián Valles Martínez, para reformar los 131 artículos de la constitución local y adicionar 52 artículos más a la misma. Dando lugar así a un acontecimiento trascendente para la vida pública de los duranguenses, pues desde 1917 no se tenía una reforma constitucional como la que hoy han logrado los tres poderes con la participación de los diferentes grupos de la sociedad duranguense y especialistas en la materia. 

Precisamente en ese contexto de participación ciudadana buscando reformar íntegramente la constitución local, es como convergen nociones jurídicas tan novedosas que ningún otro estado de la república ha logrado fijar; en su artículo 42 establece la obligación del Gobierno a impulsar la promoción del desarrollo económico sustentable, de  la misma forma el artículo 47 establece que para el seguimiento y evaluación de los objetivos contenidos en los instrumentos de planeación –ahora indispensables para la labor institucional– las acciones estarán conducidas por un nuevo Órgano Autónomo denominado “Instituto de Evaluación de Políticas Públicas del Estado de Durango”. Además, se registran avances en el tema de la equidad de género, al  establecer la obligación del gobierno para alcanzar la plena equidad entre hombre y mujer. Se establece el derecho de réplica. Se hace obligación del Estado a establecer políticas para la protección contra el desempleo –un gran avance en materia de seguridad social–. Se reduce el número de diputados que integran el Congreso Local –se plantea una composición de 25 diputados, siendo electos 15 de mayoría relativa y 10 por el principio de representación proporcional–. Se eliminan los periodos de sesiones del Congreso para que trabaje permanentemente. Se crea el Tribunal Laboral Burocrático. Se establece pensión universal para personas mayores de 65 años. Se modifica la denominación a “Instituto Duranguense de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales”. Se establece el derecho ciudadano de acceso a internet y tecnologías de información y comunicación. Nace la Comisión Anticorrupción del Estado de Durango y se crea el Consejo Estatal de ética Pública como un órgano de carácter interinstitucional, entre muchas otras cosas más. 

Estas premisas contenidas en la reforma integral a la Constitución local, funcionan como base para expedir las normas secundarias que servirán para regular el actuar de los ciudadanos y de las instituciones emanadas. 

Al expedirse esta “Nueva Constitución” como ha tenido a bien decir nuestro señor Gobernador Jorge Herrera Caldera se cumple de forma innovadora y avanzada la necesidad de ir a la par con los cambios que está teniendo nuestra sociedad y nuestro Estado. 

Estos cambios de la realidad y las nuevas aspiraciones del pueblo duranguense, alentadas por la modernización de su marco legal harán una nueva arquitectura institucional para la toma de decisiones públicas donde se establezcan mecanismos más eficientes y el aparato del estado transforme esas decisiones públicas en acciones de gobierno, solo así se podrán afrontar las necesidades y retos de un nuevo siglo.



martes, 30 de abril de 2013

Sin escepticismos, sin hambre

Dentro de estos juicios destacan algunos cuya pretensión es descalificar (sin haber abundado en la profundidad de su contenido, en la amplitud social de su convocatoria ni en el ritmo de su aplicación) las líneas esenciales del proyecto SinHambre. Muchos de sus argumentos expresan un posicionamiento político, y soslayan ir a fondo en las cualidades del análisis y los considerandos que alimentan a este programa; lo disminuyen con calificativos infundados, debido a que falta conocer los COMO, CON QUE y PARA QUIEN. Bajo este entorno, puede ser complejo y tardado reconocer las motivaciones de quienes lo concibieron y lo diseñaron.

Por lo pronto, de lo que no hay duda es que el programa SinHambre va más allá de las políticas de emergencia o asistenciales, porque considera seriamente, las causas estructurales del hambre y la miseria; pone de manifiesto que, sin asociar el tema de la seguridad alimentaria a un conjunto de estrategias de desarrollo económico y social, garantes de mayor equidad e inclusión social, el problema se perpetuará y no logrará trascender el marco estrecho del asistencialismo.

El problema del hambre debe ser enfrentado con seriedad por todos, si en realidad deseamos cubrir la asignatura pendiente que tenemos con varios millones de mexicanos que sobreviven sin esperanza ni destino. La urgencia lo exige, Ya no es posible enfrentar los grandes problemas nacionales con un razonamiento distante y apriori; los mexicanos tenemos en el programa SinHambre una razón para incentivar nuestra corresponsabilidad, y más aún la unidad. Démonos un voto de confianza.