martes, 30 de abril de 2013

Sin escepticismos, sin hambre

Dentro de estos juicios destacan algunos cuya pretensión es descalificar (sin haber abundado en la profundidad de su contenido, en la amplitud social de su convocatoria ni en el ritmo de su aplicación) las líneas esenciales del proyecto SinHambre. Muchos de sus argumentos expresan un posicionamiento político, y soslayan ir a fondo en las cualidades del análisis y los considerandos que alimentan a este programa; lo disminuyen con calificativos infundados, debido a que falta conocer los COMO, CON QUE y PARA QUIEN. Bajo este entorno, puede ser complejo y tardado reconocer las motivaciones de quienes lo concibieron y lo diseñaron.

Por lo pronto, de lo que no hay duda es que el programa SinHambre va más allá de las políticas de emergencia o asistenciales, porque considera seriamente, las causas estructurales del hambre y la miseria; pone de manifiesto que, sin asociar el tema de la seguridad alimentaria a un conjunto de estrategias de desarrollo económico y social, garantes de mayor equidad e inclusión social, el problema se perpetuará y no logrará trascender el marco estrecho del asistencialismo.

El problema del hambre debe ser enfrentado con seriedad por todos, si en realidad deseamos cubrir la asignatura pendiente que tenemos con varios millones de mexicanos que sobreviven sin esperanza ni destino. La urgencia lo exige, Ya no es posible enfrentar los grandes problemas nacionales con un razonamiento distante y apriori; los mexicanos tenemos en el programa SinHambre una razón para incentivar nuestra corresponsabilidad, y más aún la unidad. Démonos un voto de confianza.