Siguiendo con la ruta afín de mi instinto periodístico, y
siendo producto de un hecho noticioso relevante para la vida sociopolítica de
México, me he propuesto no un día cualesquiera- pero si a una hora atípica-
crear mi primer articulo periodístico, con contenido meramente político. Aun
así el primero.
Dejando el parafraseo costumbre en mi redacción, incursiono
en el tema que a más de un mexicano le aqueja, por tanto -un
principio- también a mí: La dictadura sindical de líderes vitalicios o “morales”.
Y empiezo con la mención. Hasta que punto, mejor dicho, en
que mentalidad retorcida, manipulada, enajenada, ingenua e ignorante se puede
afirmar que un periodo de más de 25 años de un representante puede ser
aceptablemente “moral”, -bueno, solo en México y con la mentalidad retorcida,
manipulada, enajenada, ingenua e ignorante de los millones de profesores
reprobados según las pruebas estandarizadas para su evaluación.- Y surge la
pregunta; a que se le puede llamar un “Líder moral”, entendiendo la Moral como
el conjunto de pensamientos, reglas o principios de juicio meramente humano,
heredados a través del devenir histórico y que proveen el ideario a las
actividades mismas, me permito concluir que un pensamiento moral, es nada menos que una costumbre y que está no
necesariamente puede sustanciarse de contenido ético. Por lo tanto, un líder
moral es un representante de las buenas o malas -sino es que muy malas-
costumbres del hombre en sociedad.
Porque finalmente, el problema de la falta de Democracia y Trasparencia
en los sindicatos no reside en los supuestos líderes que los preceden,
-pareciendo mentalizar la naturaleza del sindicato como un sistema autoritario
y centralista, convirtiéndose en una perfecta dictadura-. El problema es sencillamente los cientos de
intereses que respaldan, que no son del todo bienaventurados.
Representan precisamente la “moralidad” con que los
trabajadores, protegidos con la bandera retórica -bastante pisoteada- para la
defensa de sus derechos como clase, van instaurando una especie de grupo de
resistencia que ante la mínima perturbación de sus intereses, se relevan
ferozmente, maniobran con astucia, se apoderan y secuestran la vida pública.
Tienen sí, secuestradas las decisiones del Estado y no solamente actúan de tal
manera, sino que también, aspiran con miras políticas, a ser parte del mismo Estado.
Con lo anterior descripción, no me queda la menor duda, para los agremiados los líderes a su medida resultan, lamentablemente, estos “líderes morales”. Pero… ¿y los Líderes vitalicios? Aquí es donde finalmente reside el problema de estas organizaciones sociales. ¿Donde han quedado los principios de Transición del poder y la Democracia misma?. Bueno, por lo visto estos conceptos los desconocen. Hoy por hoy, los “representantes” del interés de la clase trabajadora ignoran los tiempos de sucesión.- nada más perdido que eso- ó será que existe algo más allá del poder mismo, algo aún más allá del poder político-electoral que representa su padrón de agremiados (sindicalmente “protegidos”), representa este reino infinito, supremo y todopoderoso -casi como el de la Divinidad-, la oportunidad de representar los dos sindicatos más capitalizados de México y seguidamente de América Latina. Y hablo de capitalizados, porque por su amplitud reciben como sindicatos, los más altos ingresos hasta ahora contabilizados. Esto es, el poder que los mueve a encontrar el elixir de la inmortalidad; el Poder del dinero.
El destino sindical en nuestro país se deja a la suerte,-
porque es más confiable que suponer una aprobación sino es que positiva,
expedita, a la reforma laboral discutida en la cámara de senadores-. Sea cuál
sea el resultado, para una verdadera representación de la clase trabajadora u
obrera en México, es imprescindible tener dos no tan simples principios básicos:
Trasparencia y Democracia.
Ever Sánchez Rodríguez
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